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Me alegra ver, como cada vez más vienen a mis cursos alumnos que buscan el bienestar familiar. Ya no tan sólo quieren seguir creciendo ellos, sino que les dan la oportunidad a sus familiares, para compartir juntos ese increíble viaje que comienza cuando haces un primer nivel de reiki, como es el caso de la familia de la que hoy trata este post.

Gemma, es una alumna de mi curso de Flores de Bach, al cual asiste con su marido. Juntos decidieron que querían hacer un curso de reiki, por los comentarios que a veces yo realizaba durante el curso al que asisten.

Debido a que por circunstancias laborales, sólo podían hacerlo en las vacaciones de Navidad, me preguntaron la posibilidad de que sus hijos de 9 y de 5 años estuvieran en el Centro, mientras ellos realizaban el curso. Por supuesto, yo que adoro a los niños y que hago todo lo posible por compartir el máximo de experiencias con mi hija, los comprendí perfectamente y acepté la propuesta. Es más, dado que sé que los niños son muy intuitivos y muy sabios, les comenté que ellos se relajaran, y que dejaran a sus hijos dejarse llevar,  y que tanto podían estar durante las explicaciones, como en las prácticas, como si querían recibir la iniciación.

El día 2 de Enero que fué el día que realizamos el curso, los niños llegaron y nos saludamos como si nos conociéramos de siempre. Les ofrecí las diferentes opciones que les había comentado a sus padres, y les dije que sobretodo disfrutaran durante todo el día.

Para nuestra sorpresa, los niños subían siempre en los momentos claves: durante la meditación, durante las prácticas anteriores a la iniciación, durante la iniciación y decidieron ser iniciados, y durante las prácticas posteriores a la iniciación. Curiosamente no subieron en ninguno de los momentos en los cuales explicaba lo que es el reiki y como funciona. Es decir no subieron en ninguno de los momentos en los cuales estábamos conectados con nuestro campo mental, sino que sólo subían cuando estábamos conectados con el campo energético, y cuando empezábamos a hablar y aclarar dudas, ellos pedían permiso y se retiraban.

La experiencia fue increíble, sus descripciones de lo que sentían en las prácticas eran sencillas y super acertadas.

Salieron muy contentos y felices, y por supuesto me hicieron un regalo precioso cada uno de ellos. Dos dibujos míos en diferentes momentos del curso.

Ahora toda la familia tiene reiki, y según me han comentado todos practican. Pero sobretodo lo más importante es que los niños lo practican “a su modo”, ya que ellos no necesitan estructuras, ellos sólo sienten la energía y se dejan llevar.

Así que la lección más importante que quiero compartir con vosotros sobre el reiki es: “Dejar vuestro mental aparcado, y pensar cómo aplicaríais el reiki si fuérais niños, y seguro que sentiréis mucha más energía en vuestra prácticas diarias”.

Gracias por leer y compartir este post si lo encontráis interesante y de beneficio para otras personas

 

Montserrat Oliveros González

Maestra y terapeuta de Reiki en Hermes cuida’t i aprèn

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