En un momento de paz, que tengo en este preciso instante, estaba ojeando los artículos publicados en mi blog hace años sobre el reiki, y he visto uno de tantos que he ido escribiendo durante todo este tiempo, pero que sin embargo no recordaba. Dado que su lectura me ha aportado una mayor calma y la alegría de compartir un momento cotidiano, he decidido compartirlo nuevamente, para que podáis sentir la felicidad que me aporta el reiki en mi vida. Gracias a esta técnica, mi vida está impregnada de abundancia en todos los aspectos de mi vida, conseguido gracias a todos estos años de crecimiento y autosuperación personal.

» Estoy aquí, relajada en mi jardín. Un jardín pequeño, pero es mi jardín. Tranquilo y rodeado de pájaros que cantan en medio de los edificios que nos rodean, y me permito disfrutar de este maravilloso momento de paz y tranquilidad. he estado trasplantando plantas que he comprado, les he puesto tierra nueva y por supuesto luego las he cargado con Reiki. Percibo su alegría y su comprensión. Me siento feliz de esta gran herramienta que puedo utilizar en mi día a día.


Fuera, en la calle, el ruido constantemente suena. Están haciendo las obras del metro de la línea 9. Maquinaria enorme y pesada constantemente agujereando el suelo; un suelo que cada vez que paso junto a él, le pido perdón por el daño que le hacen, y le doy las gracias por la paciencia que tiene con nosotros. Un suelo al que envío Reiki, al igual que a los obreros que están allí, con la confianza de que la energía al llegar aporte armonía alrededor de todo este incesante caos. Que genere armonía a los vecinos que irritados, se quejan incesantemente del follón que les rodea. Pero yo me siento tranquila, nuevamente siento que tengo una gran herramienta en mis manos, sé que el Reiki ayuda en todo este cambio, y llega a quien está dispuesto a recibir.

Y por supuesto me siento feliz, de tener este momento de paz para sencillamente compartir un momento de mi vida cotidiana con todos vosotr@s.

Montserrat Oliveros González

Maestra de Reiki en Hermes cuida’t i aprèn