Freud decía que el inconsciente es una especie de lugar remoto, oscuro e inaccesible que determina todo lo que somos como individuos. Así nació el psicoanálisis, que intentaba descifrar el lenguaje simbológico del inconsciente, manifestado a través de palabras, actos o fantasías (como son por ejemplo los sueños).

El enigmático lenguaje del inconsciente es la base del método psicomágico, si bien Alejandro Jodorowsky no es en absoluto un freudiano (sería más bien todo lo contrario). Los sueños, por ejemplo, encierran la esencia de nuestra parte inconsciente, y tienen su propio idioma loco y alejado de la lógica. Cuando los recordamos nada parecer tener coherencia: personas que cambian de aspecto, contenido metafórico, localizaciones totalmente modificadas de lo que son en la “realidad”, etc. Es por ello que, según Jodorowsky, si el inconsciente tiene su propio lenguaje simbólico, podemos llegar a él a través de acciones alegóricas realizadas desde el yo consciente. Éstas desbloquean el problema en su raíz (el inconsciente), de modo que el propio inconsciente puede entender ese lenguaje y puede ejecutar el acto de desbloqueo.

La enfermedad surge como parte de un nudo interior que bloquea nuestras energías y nos impide convertirnos en lo que verdaderamente podríamos llegar a ser. La neurosis es una trampa del ego, que no quiere cambiar, y en esta naturaleza lo que no crece termina muriendo lentamente. La Psicomagia se dirige al bloqueo hablándole en su propio lenguaje, una técnica que ha sido utilizada ancestralmente por sabios y chamanes de diversas tradiciones.

Si bien estas teatralizaciones son parte de la Psicomagia, el problema vendría a la hora dar con la acción adecuada. Si cometemos un error al interpretar el problema en su verdadera naturaleza, podemos dar lugar a que el inconsciente descifre significados contraproducentes de la acción teatral realizada. Nosotros no somos terapeutas que se autogestionan, que se imponen actos psicomágicos a su antojo guiados por la ignorancia del Ego. No podemos recetarnos psicomagia, pues no somos maestros de nada. Antes hay que observar. Y, en medio de nuestro nudo neurótico, la mejor observación viene de manos de un acompañante que ha entregado su vida a su propia realización.

psicomagia-jodorowskySin embargo, y como dice el propio Jodorowsky, “el primer paso tiene que surgir de uno mismo, de tomar conciencia de lo que nos acecha, de escapar de la trampa del Ego amparada por las imposiciones de familia, sociedad y cultura“. Y es el paso más importante. O como dice su compatriota Claudio Naranjo en su análisis de los eneatipos del carácter humano y social, “debemos observar lo que está pasando en nosotros, debemos enfrentarnos al miedo que provoca el cambio, nadie dijo que la transformación fuera sencilla. Vamos a llorar, a retorcernos por dentro, pero ya no podremos escapar: cuando nos enfrentamos a lo que en verdad somos, ya no podemos mirar a otro lado, no nos queda más remedio que ser honestos y tomar un camino distinto”. Tras esta purgación, llega la catarsis. El camino del cambio comienza en el interior, es una elección personal de la que somos plenamente responsables. Sólo con esta disposición los actos psicomágicos tendrán su resonancia en nuestros centros emocionales; sin conciencia, las acciones son simples ejecuciones automáticas que no encierran ningún valor.

La toma de conciencia abre la brecha. Sin ella, el cambio es difícil. Después, el conocimiento penetra y, si es necesario, el maestro aparece. Pero entregarse al maestro (ya sea éste un profesional cualificado o un guía espiritual realizado) como un cobarde que busca sin cesar una figura pseudopaterna, es caer en el error más grave. El auténtico maestro se cruza en nuestro camino sólo si nosotros hemos encontrado el camino. Simplemente aparece; el universo lo deposita ante nosotros y así continuamos recorriendo la senda que por nuestra voluntad de cambio ya habíamos iniciado. De hecho, si nuestro camino tiene corazón, multitud de “maestros cotidianos” aparecerán ante nosotros para entregarnos el mensaje que nos permitirá seguir creciendo.

El cambio habla de realizarnos, lo cual pasa siempre por darle las riendas a nuestra parte más pura. Realicemos nuestros sueños, aun los más alocados. Cuando cerramos el corazón por miedo a sufrir, inmediatamente silenciamos el alma , y es entonces cuando se escucha más fuerte la voz del ego.